La lectura de las notas es un problema a la vez simple y complicado:
simple, porque nada es mas fácil que encontrar una nota cualquiera
en el pentagrama para quienes sepan el orden en que las notas se suceden
y el punto de referencia indicado por la clave; complicado: porque nada
es mas difícil que leer rápidamente las diferentes notas
de un acorde, de un arpegio o de un trozo musical antes de ejecutarlos
en un instrumento.
Leer rápidamente debe ser pues la meta de todo estudio de lectura.
Para alcanzarla es necesario leer directamente, es decir saber la ubicación
de cada nota en el pentagrama y en las líneas adicionales más
usuales.
Este problema, que es relativamente fácil en la clave de Sol,
pues casi siempre se aprende primero esta clave, es más complicado
con las claves de Fa y las de Do. En general, esto se origina en el
hecho de que siempre se "ven" las notas en el pentagrama tal
como se las aprendió por primera vez y se intenta leer las otras
claves después de la clave de Sol transportando cada nota una
2a. o una 3a. más arriba o mas abajo. Este sistema, que no permite
leer rápidamente, tiene otro inconveniente: el de confundir todas
las claves a breve plazo, por lo cual, finalmente, se tratara de evitar
su uso.
Para aprender una clave, es necesario hacerlo aisladamente, como se
ha hecho con la clave de Sol, haciendo abstracción completa de
otras claves ya conocidas.
Pero como puede aprenderse la clave de Sol y enseguida cada una de las
otras claves?
Hay
numerosos y diferentes sistemas.
Uno
de los mas utilizados consiste en aprender primero las notas sobre las
líneas y luego las notas en los espacios. Pero este sistema es
simple solo en apariencia. Es una gran dificultad para el alumno tener
que retener la ubicación de tantas notas a la vez y el principiante
confunde casi inevitablemente las notas mas cercanas unas a otras, tanto
mas cuanto estas notas se indican sobre el pentagrama por signos que
se parecen todos entre si.
Para esto es necesaria la disciplina del alumno en entender y analizar
las claves para el piano, tanto la de sol como la de fa.
Este
método de lectura es GEORGES DANDELOT.
Dentro
de los métodos de solfeo podemos encontrar; Ejercicios progresivos
y
Solfeo Hablado y Cantado de NERINA POLTRONIERI. El cual de manera progresiva
muestra las dificultades del solfeo hablado y escrito pasando por la
lectura, sincopa y contratiempo, punto doppio, punto triple, reconocimiento
de la tonalidad etcétera etcétera.
También
se revisara el método de solfeo; Solfeo de los Solfeos de G.
CarullI
En el Curso Completo de Solfeo para la carrera profesional
Separadas
las partes del solfeo Rítmica y Métrica, Entonación,
Dictado, Lectura y ordenadas en rigurosa progresión las dificultades,
el material del primero, como el de los siguientes volúmenes,
va repartido en trimestres para hacer así más fácil
el registro preciso del adelanto de los alumnos.
Intentada ya, aunque con increíble timidez, por no pocos trata-distas
europeos, esta separación de las partes del Solfeo era el único
medio para llevar a feliz termino un trabajo con pretensiones de responder
a las exigencias de la época, pues, esta fuera de duda, lo que
en los conservatorios se enseña de rítmica y entonación
lo mismo que de lectura y dictado, es insuficiente para salir airoso
de los compromisos a que ahora obliga el ejercicio profesional, en sus
variados aspectos.
Designar a la Rítmica y Métrica un lugar preponderante,
dándole extensión ilimitada, no fue capricho, si no necesidad
urgente. Era este el capitulo mas desatendido en la enseñanza
del Solfeo.
Por ser el primero entre los elementos constitutivos de la música,
como lo demuestra el hecho de que existan todavía pueblos del
planeta que desconocen con el concepto de la cultura occidental. por
supuesto la armonía y hasta la melodía, pero ninguno el
ritmo, necesita este reconquistar su antigua preponderancia en el arte
de loe sonidos.
Rítmica debió llevar por titulo el capitulo que estudia
el primer elemento de la música, pero, recordando a los antiguos,
fue precise darle el de Rítmica y Métrica, pues las culturas
egipcia, mesopotámicas, China y griega, confundían, cada
quien en su terminología, Rítmica con Métrica.
Esto sucedía en Grecia, país del que mas sabemos, cuando
la pronunciación y la verificación estaban esencialmente
fundadas en el principio cuantitativo, porque el ritmo de las palabras
se imponía a la melopea colocada sobre ellas.
Más tarde, cuando la música se independizo de la poesía,
se emplearon indistintamente los términos Rítmica y Métrica,
hasta que en la Edad Media fue codificado cinéticamente el ritmo
artístico.
De ahí que en adelante hayan sido diferentes los sentirse al
respecto y, por consiguiente, largas las discusiones sobre el verdadero
significado de los términos, sin resultado alguno que pudiera
tornar¬se como verdad.
Convencidos ahora de que la Rítmica y la Métrica no son
cosas distintas, son contrarias, y que una y otra forman parte de un
todo, admitimos de nuevo la unión de los dos términos;
mas con distinto concepto del que tenían los griegos y BUS antecesores,
puesto que son bien marcadas las diferencias entre nuestra cultura emocional
y la de cada uno de ellos.
Toda división subjetiva del tiempo, determinada por el sentir
del artista creador, requiere la división objetiva que ordene
ese sentir por medio de signos sonoros.
La noción visible de la curación se tiene, pues, por la
Métrica. Por la Rítmica, la noción sensible.
Véase, pues, como entre metro musical y ritmo hay una clara relación
de contrariedad, de unión negativa, que los hace insepa¬rables.
La
Métrica estudia el juego de los valores de duración y
los acentos y signos que a estos representan Por ella se llega al cono-cimiento
de las formas graficas convencionales que sirven para valorizar las
expresiones rítmicas, movimientos del alma que, como función
del tiempo, surgen del corazón humano, incitado por la contemplación
de la naturaleza o impulsado por el dolor, la pasión, el amor
o los deseos
EI movimiento es la cualidad del ritmo, cuya representación grafica
es el metro.
Orden y proporción del movimiento en el espacio y en el tiempo
es, generalizando, el ritmo; y proporción, armonía, ley
de los valores
de duración, el metro. .
La música, arte de sucesión, prescinde por complete del
espacio. Creador o intérprete, el músico solo necesita
del tiempo. Como creador, para convertir su emoción sentimental
en ritmo, cuyo metro valor objetivo, noción visible de las duraciones
fija con cuanto trabajo a veces! en ultimo termino. Como intérprete,
para convertir en ritmo valor subjetivo, noción sensible de las
duraciones la emoción del artista creador.
Queda, con esto, explicada la razón de ser del titulo de Rítmica
y Métrica dado a uno de los capítulos de este libro.
Desligada, cuando menos durante la primera mitad de los estudios, la
Rítmica y la métrica de la Entonación, pues la
practica simultanea de estas partes del Solfeo es extremadamente difícil,
los que terminen la carrera podrán llegar, como simples ejecutantes,
o como interpretes, a alturas accesibles antes, y como creadores dispondrán
de recursos expresivos, melódicos y rítmicos, de incalculable
valor, para cristalizar sonoramente sus emociones.
Sin embargo, los conservadores, de pronto, no verán con buenos
ojos la innovación, pues "lo viejo se aferra con todos sus
privilegios de nabito y autoridad"; pero, transcurrido cierto tiempo,
tendrán que aceptarla y reconocer sus ventajas.
Lo que de Rítmica y Métrica constituye la base de este
Curso completo de Solfeo, se ha regido para su desarrollo por una ley.
Habría sido imposible sin ella llegar a poner en juego los valores
positivas y negativas, esto es, los sonidos y los silencios como con-viene
al conocimiento profesional de la música.
El silencio, negación del sonido, es, en verdad, el fondo del
arte musical. De ahí el acierto de quien definiera la música
como "un diagrama de sonidos incrustados en el silencio".
Pues bien, el silencio y el sonido, manejados por medio de una ley,
han hecho posible la ampliación de un capitulo de la música
condenado a inexplicables restricciones, por la imposición de
perjudiciales acoplamientos durante los estudios del Solfeo que, al
limitar el vocabulario expresivo a las simples formulas vulgares de
los viejos métodos, soportando melodías intrascendentes,
en general, esterilizaban la imaginación.
Esta ampliación que trae consigo nuevos y difíciles problemas,
principalmente en lo que a Rítmica y Métrica toca, Ha
hecho necesario razonar por medio de máximos comunes divisores
rítmicos el juego de los valores en su continué alternar
de positivos y negativos, regular o irregularmente combinados.
El razonamiento de la entonación es otro de los propósitos
de este libro, pues hace mucho tiempo que, en lo que a esto concierne,
la enseñanza es también incompleta.
Ha consistido el estudio de la entonación en hacer que el discípulo
aprenda de oído, primero, la escala de Do y las notas arpegiadas
de los acordes de sus grades principales; en seguida, la escala menor,
llamada relativa por el convencionalismo escolástico; después,
las correspondientes con uno, dos y tres accidentes y, por ultimo, en
Hacer transposiciones de estas a las tonalidades altas y bajas, hasta
con siete accidentes.
Pocos eran los que pasaban de ahí, porque descifrar el galimatías
de las lecciones con armaduras de claves que tuviesen mas de tres accidentes
era solo posible a los ' superdotados, y esto si tocaban algún
instrumento, pues es sabido que el cantante no puede, por regla general,
entonar sin la ayuda del piano aquello que sobre-pase las tres alteraciones
fijas de la armadura de la clave, limite, pa¬ra la mayoría,
de lo razonable.
El viejo sistema de entonación intuitiva, de éxito relativo
solo para los estudiantes de buena memoria musical, fue y sigue dando
males resultados.
Es necesario evitar que al ejercicio profesional se llegue con el pobre
equipo técnico de un solfeo hecho por intuición, sobre
la base del diatonismo melódico nacido de las funciones armónicas
de Tónica y Dominante en los modos Mayor y Menor, en monótona
alternancia dentro de una tonalidad de pocos accidentes, excepcionalmente
tonulada o modulada a las tonalidades vecinas superior o inferior y,
si acaso, a sus llamados relativas, porque quien únicamente posee
esos conocimientos no podrá decir que sabe solfear.
Son los cantantes, más que quienes tocan instrumentos, aquellos
que en su mayor grado han sufrido las consecuencias de esta insuficiencia.
De ahí su descrédito como solfistas, que no tiene otra
causa que una musicalización sin bases.
El camino seguro para llegar a la comprensión total de la música
de hoy, de sentido oscuro e impenetrable para los solfistas del diatonismo
de los modos Mayor y Menor, es la entonación razonada, que se
funda en un dominio absoluto de los intervalos del Sistema Temperado
de doce sonidos.
Ese es el objeto de la intervalización como este libro la presenta.
“Seis meses, en clase de seis horas semanales, cuando mas, bastaran
a un alumno de disposiciones normales para entonar sin dificultad, con
alteraciones simples solamente, eso si, todos los intervalos, ascendentes
y descendentes del sistema de doce sonidos.
Vencida esta dificultad, y puesto que el estudio de los signos es árido
y largo, todavía necesitara el alumno año y medio para
dominar el mecanismo de la ortografía. La conciencia de los intervalos,
como relaciones acústicas y como valores estéticos, solo
será completa después de dos anos de intervalizar.
Cumplido el termino de esta practica, cualquier aspirante a músico
podrá no solo entonar, sino gozar de antemano, a la simple lectura,
ya que poseerá la audición interna de la música,
cualquiera composición antigua o moderna de no importa que tendencia
estética.
En materia de dictado musical, aunque esto parezca un sistemático
querer ir en contra del curso aparentemente natural que a la enseñanza
se le ha dado hasta ahora, hay que seguir el camino opuesto, si se quiere
llegar a los resultados que este ejercicio, tan eficaz para musicalizar,
busca.
Esto quiere decir que el Dictado no debe razonarse en ningún
momento. Aquellos que orientan en sus disposiciones auditivas por el
principio de la intuición, ' función psicológica
transmisora de percepciones por la vía consciente", diferenciados
de los que lo hacen por el de la rabón, cuyo principio es "formar
el pensar, el sentir y el obrar, de acuerdo con valores objetivos",
serán, sin disputa, !os verdaderos músicos, porque razonar
el Dictado es tan poco provechoso al estudiante de música como
confiar a la intuición la solución de los problemas de
la Entonación y la Medida.
Los intuitivos con facultades captaran directamente, en solo unas semanas
de ejercitar el oído, los tres o cuatro primeros sonidos, reiteradamente
repetidos por cualquier instrumento afinado al diapasón normal,
que puedan hacer vibrar por simpatía el arpa interior que cada
ser lleva consigo y, en menos de un año, todo el teclado blanco
del piano.
En cambio, los que razonan necesitaran una referencia constante y, por
supuesto, la preparación correspondiente, lenta y cansada, del
cerebro para captar esos intervalos.
Percibir directamente y sin esfuerzo, desde las lecciones de iniciación
los sonidos dictados por medio del piano o de un instru¬mento cualquiera,
es indicio seguro de musicalidad, que permitirá calificar a los
alumnos como regulares o avanzados, en atención al grado de desarrollo
natural de esta cualidad, si su sentido rítmico camina parejamente
con la facultad auditiva.
Si, en cambio, para identificar los sonidos dictados el alumno no pudiera
prescindir del apoyo de una nota previamente dada por el profesor, lo
que quiere decir que no esta capacitado para oír directamente,
sino por comparación, estableciendo relaciones para deducir el
sonido nuevo, este será un retardado musical.
La lectura es, en el orden de importancia que siguen las partes del
Solfeo, aquella que ocupa el último lugar, y depende más
de la mente que del sensible la aptitud para ejercitarla con éxito.
Independizada de la Medida y la Entonación, su práctica,
absolutamente sencilla, es de una marcada importancia para el músico.
Rítmica
y Métrica
Para el futuro artista creador que necesitara fijar con seguridad y
certidumbre su emoción sentimental en valores objetivos (Metro),
como para el aspirante a intérprete, con pretensiones de convertir
la emoción del artista creador en valores subjetivos (Ritmo),
es este capitulo el primero por su importancia en el estudio de la música.
Tan indispensable es su conocimiento al creador que, partiendo del Ritmo,
cosa intuible, quiera llegar al Metro, como al interprete que, partiendo
del Metro, cosa representable, tenga como meta el Ritmo que, como hecho
resultante de un proceso psicoenergetico, es aprehensible por la medida
y por el numero.
Presento aquí el Ritmo, que es uno de los elementos de la melodía,
desligado en absoluto de la línea melódica, es decir,
puro.
Conocidos los signos que representan los valores positivos y negativos
de duración, material que pertenece a la Teoría de la
Música, se procederá a medir y ritmar.
Conforme a lo expresado en el capitulo de Máximos Comunes Divisores
Rítmicos, corresponde a la primera lección como denominador
común el de dos corcheas (octavos) por tiempo.
Hacer sentir a un alumno que principia, con o sin el metrónomo,
este ritmo, no es cosa difícil.
Cuando el profesor este seguro de que ya el Ritmo se siente como es
debido, explicara que cada figura (corchea) representando el medio tiempo
se articulara con la silaba mi, si vale como sonido, y con la silaba
ta, en tanto que funja como silencio.
El objeto de tomar convencionalmente la silaba ta para marcar el denominador
común y el máxima común divisor rítmico,
es hacer sentir esos golpes en los silencios, cuando todavía
falta la experiencia, como un metrónomo natural y estos podrán
considerarse como partes de las unidades de tiempo o de percusión,
según el caso.