El
Alumno Principiante y El Maestro
El maestro de una escuela de música que debe enseñar la
parte elemental del estudio de piano a sus alumnos que reciben su primera
enseñanza, a menudo se encuentra con estudiantes que no poseen
una buena preparación musical previa, pero si un autentico anhelo
de superación.
En el caso de los niños, este deseo de recibir una educación
más elevada no proviene del niño mismo, sino de la decisión
de sus padres.
En cualquier caso, el maestro debe ser el guía adecuado para
sentar las bases en la formación de un futuro ejecutante. Su
trabajo desarrollado con conocimiento, vigilancia y atención
individual, dará seguramente resultados muy positives.
Por lo general, el niño no tiene despierta una verdadera vocación
para la música, pero puede, en el transcurso de su estudio, adquirir
un deseo propio de seguir seriamente la carrera musical y convertirse
en un buen ejecutante. Por esto el maestro de principiantes de piano
debe ser un pianista con la suficiente preparación musical y
pedagógica, para que todos los conocimientos que el alumno adquiera
no se presenten en forma aislada, sino se unifiquen en la enseñanza
del instrumento. Es decir, que esos conocimientos generales tengan una
relación última con el piano, de manera que su conjunción
pueda tener un resultado práctico satisfactorio.
La educación musical aplicada al piano no solo será la
base sólida para un buen ejecutante, sino también un buen
pedagogo. El ejemplo del maestro puede ser decisivo en la manera de
pensar y actuar del alumno que mas adelante estará en condiciones
de enseñar.
Todos sabemos que un niño no puede dar una interpretación
musical de calidad, pues así como es incapaz de dibujar y pintar
con debidas proporciones y contornos exactos, en música no será
capaz de producir una ejecución artística a la altura
de un pianista experimentado.
Esta
educación que reciba el alumno, debidamente aplicada al instrumento,
es absolutamente necesaria principalmente para desarrollar en el una
disciplina indispensable durante su carrera. En esta etapa de su aprendizaje,
el alumno principiante debe conocer y familiarizarse con elementos musicales
de fraseo, matices, articulación, cambios de tiempo, etcétera.
Si el alumno intenta incorporar todos estos aspectos musicales en su
ejecución, paulatinamente tomara conciencia de ellos, desarrollara
su musicalidad y mejorara notablemente la calidad de su ejecución.
El maestro de piano necesita tener muchas cualidades, pero entre todas,
dos condiciones importantes: La primera se refiere a su actitud respecto
a su manera de enseñar.
El maestro enseña al alumno todo lo que el ha aprendido y trata
de educarlo según su propia manera de tocar, según sus
procedimientos y sus ideas. El ha recogido, durante su estudio, experiencias
propias, formándose una cultura a través de los años
hasta llegar, por fin, a tener la seguridad de que no puede tocar y
enseñar de otra manera. Cuando su trabajo pedagógico ha
llegado a rendir resultados positivos en la formación de pianistas,
el maestro esta convencido de que su método de enseñanza
es bueno, sin embargo, muchas veces adopta una actitud de intolerancia
hacia otros métodos y asegura que el suyo no solo es el mejor,
sino la única posibilidad de lograr éxito.
El maestro que adopta esta actitud intolerante hacia otros métodos
y maneras de enseñar, debía observar la diferencia que
existe en cuanto a proce¬dimientos técnicos y maneras de
tocar, de todos los grandes pianistas que escuchamos con deleite. También
debía de observar que aun dentro de una misma escuela de música,
existen grandes diferencias en cuanto a métodos y maneras de
enseñar y que cada uno de ellos tiene sus máximos representantes.
Esta actitud cerrada del maestro solo da por consecuencia una confusión
en el alumno y entorpece el trabajo que con el se realiza. Al serle
transmitida. Esa actitud, el alumno va a limitar su visión reduciendo
su espíritu de exploración, de análisis y de autocrítica
que debe poseer para llegar a ser un buen maestro o un buen ejecutante.
A la larga esa actitud no favorece su independencia ni la seguridad
en si mismo.
La segunda condición que debe tener el maestro se refiere a la
vigilancia individual que debe tener cada alumno. Frecuentemente, este
no tiene una atención especial de acuerdo con sus necesidades
personales. A menudo se olvida que cada alumno es un caso único,
puesto que tiene determinadas condiciones físicas y psicológicas
propias que exigen la vigilancia constante del maestro.
La elección de obras y lecciones que hace el maestro de principiantes
para sus alumnos, con frecuencia es hecha también en forma general,
es decir, el maestro adopta determinados libros (Método de Beyer,
Thompson, etcétera) para todos sus alumnos; este hecho no tiene
demasiada importancia si consideramos que en todos esos "Métodos"
y piezas infantiles encontramos siempre problemas de interpretación,
es decir, detalles musicales. El peligro no reside en la elección
de obras, sino en la forma de hacerlas estudiar.
El alumno puede leer todas las lecciones de Beyer o Lebert y conseguir
la facilidad para tocar las notas y el ritmo más o menos correctamente,
pero sin la atención requerida del maestro que exija un cuidado
riguroso en detalles y problemas de interpretación, calidad y
regularidad sonora, no ganara mucho a favor de la música. El
maestro tiene a su disposición una extensa literatura que le
proporciona todos los medios para la solución de problemas musicales
en cada caso, pero solo la manera de explicar estos y la forma como
se exija estudiar, dará resultados positives en la formación
del alumno.
Los
distintos criterios en cuanto al procedimiento técnico que el
maestro adopte para los diferentes problemas musicales responden, como
ya dijimos, a su experiencia personal. Salvo algunos aspectos francamente
incorrectos, como movimientos innecesarios o que provocan contracciones
musculares inadecuadas, todos los procedimientos técnicos pueden
ser provechosos, sin embargo, es consecuente que a medida que el alumno
avanza en su estudio, experimente con otros procedimientos técnicos,
con una actitud abierta hasta encontrar el suyo propio que mas le conviene.
El objetivo primordial es que el alumno tenga lo que llamamos "buena
técnica": destreza y fuerza en los dedos, correcta posición
de estos y de manos y brazos, el relajamiento muscular necesario y sobre
todo el control auditivo y muscular para obtener un bello sonido, la
regularidad y seguridad en su ejecución.
La exigencia del control auditivo y muscular que el alumno debe tener
al estudiar, aun el más pequeño ejercicio técnico,
es la condición indispensable para conseguir una bella interpretación
musical. La regularidad y seguridad que requiere cualquier ejecución
pianística depende de la vigilancia de todos los aspectos musicales
y de ese control auditivo que el alumno ponga en el estudio desde sus
primeras clases.
El maestro debe abordar lo antes posible términos y conceptos
musicales, como signos de fraseo, agónica, dinámica, etcétera.
Estos aspectos pueden ser tratados con los principiantes aun siendo
niños, buscando las explicaciones y el lenguaje adecuado para
ellos; insisto en este punto, porque no es raro encontrar alumnos aventajados
con poco conocimiento y practica de problemas concernientes al fraseo,
articulación, dinámica, agónica y pedal; esto es
el resultado de una deficiente vigilancia desde sus primeros años
de estudio. Estos alumnos han sido educados solo para dar ejecuciones
mecánicas producto de una atención exclusivamente técnica
del instrumento y no son capaces, por falta de disciplina musical, de
realizar una ejecución realmente artística. Esta se logra,
solamente, cuando el alumno ha sido tratado desde el principio con el
propósito de educarlo y convertirlo en un verdadero músico.